En el Océano Ártico se encuentra el archipiélago de Svalbard, cuyo centro administrativo es la ciudad de Longyearbyen. En este lugar, las personas tienen «prohibido» dar a luz y morir.
Longyearbyen es el asentamiento más septentrional del mundo, con una población de algo más de 2.000 personas.
El archipiélago en el que se encuentra pertenece a Noruega, pero diferentes países, incluida Rusia, pueden realizar actividades económicas allí. Los habitantes de la ciudad se dedican principalmente al turismo, la ciencia y la minería del carbón.

Debido a las peculiaridades del clima ártico y para cuidar a los lugareños, en Longyearbyen se introdujeron extrañas prohibiciones.
Es imposible morir y ser enterrado allí debido al permafrost: la temperatura del suelo siempre está por debajo de los 0 grados, por lo que los cuerpos no se descomponen durante el entierro. Además, el olor puede atraer a los osos polares. La ley correspondiente fue aprobada en 1950.
Si, no obstante, alguien pierde la vida en Longyearbyen, el cuerpo es transportado por aire o mar a otra parte del país y allí se le entierra.
También hay una prohibición sobre el parto. Las mujeres embarazadas en sus últimos meses son llevadas al continente noruego, ya que no hay hospitales de maternidad en Longyearbyen.
Además, los residentes locales no pueden tener gatos. Se cree que pueden dañar el medio ambiente, a diferencia de los perros, que se consideran que no lo hacen.